Metas que se convierten en realidad |
Si le dijeran que invierte todos sus esfuerzos, tiempo y conocimientos en un único foco y la rentabilidad que obtendrá anual será del 3% a lo sumo y que, además, cualquier día podría perderlo todo por
motivos que generalmente están fuera de su alcance, probablemente
rechazaría realizar esta inversión, según señala un reciente artículo de
Jeff Haden en Business Insider. Sin embargo, miles de millones de
personas lo hacen cada día. Son todos los trabajadores asalariados, es
decir, aquellos que no son sus propios jefes.
Obviamente
esta analogía no es tal y como reconoce el propio autor, perfecta, ya
que a la rentabilidad del 3%, correspondiente a la subida salarial anual
(un porcentaje estimado, porque es muy variable en función del país, la
empresa o los ciclos), hay que sumar el sueldo y otros posibles beneficios extraordinarios.
En
cualquier caso, el trabajador por cuenta ajena gana un salario y es
posible que aumente cada año, pero lo normal es que estas subidas sean
del 3% o del 4%. Su sueldo siempre tendrá un límite. Y, además, no está garantizado de por vida, porque la amenaza del despido siempre está presente. Si esto ocurre, sus ingresos –y el esfuerzo dedicado- desaparecen de la noche a la mañana.
Trabajar para otros, por tanto, nunca le
llevará a ser realmente rico, sostiene el autor. Las estadísticas
oficiales lo refrendan. El IRS de la División de Ingresos de Estados Unidos ha
publicado un documento donde figuran las 400 declaraciones de impuestos
individuales con los mayores ingresos brutos ajustados cada año entre
1992 y 2009. Esto supuso unos ingresos para las arcas del Estado de 774 millones de dólares.
Pero lo realmente interesante es observar quiénes son estos 400 ricos y, sobre todo, cómo llegaron a serlo.
Pues bien, resulta que de sus ingresos anuales, de media, el 8,6%
procede de los sueldos; el 13% de los dividendos por sus acciones; el
6,6% de intereses; el 19,9% de funciones en asociaciones y
corporaciones; y el 45,8% de ganancias de capital.
El artículo extrae de estas cifras sus propias conclusiones: “trabajar por un sueldo no le hará rico”;
realizar sólo inversiones “seguras”, sin riesgos, tampoco; como tampoco
lo conseguirá con inversiones en el capital de grandes empresas. Por el
contrario, incide en que “ser empresario podría construirle una base
sólida para su riqueza” y, además, “algún día podría generar una enorme cantidad de fondos” que sí le harían “muy rico”.
Si no se fía de los datos del IRS, una
mirada a los 10 hombres más ricos del mundo, según la lista Forbes,
descubre que todos ellos son empresarios. Bill Gates, Warren Buffet, Amancio Ortega… Más aún, el autor ha revisado hasta los 200 primeros de la lista de las 400 declaraciones más altas de Estados Unidos y tampoco aparece ningún trabajador asalariado.
La riqueza no monetaria
Alcanzar una verdadera riqueza, en
términos financieros, es el resultado, por tanto, de invertir en uno
mismo y en otros, de asumir riesgos, de hacer cientos de pequeñas
acciones correctamente… y sobre todo “de hacer una o dos cosas realmente grandes”,
señala. Pero, ¿qué ocurre si uno no es capaz de hacer estas una o dos
cosas grandes? Según el citado artículo, hay otra forma de llegar a ser
auténticamente rico.
Porque cuando se les pregunta a los
empresarios por sus inversiones y sus actuaciones financieras, la
mayoría sigue unas pautas similares. Hablan de ello con interés, pero
sin demasiado entusiasmo. Sin embargo, cuando cuentan lo que les reporta ser empresarios, el gesto se les ilumina,
comenta el autor. Hablan de retos, de responsabilidad, de objetivos,
satisfacción, emoción, el control de su propio destino… Todo ocurre al
mismo tiempo. La diferencia es, por tanto, notoria.
En
general, los empresarios, tanto aquellos que han tenido éxito como los
que tienen sueños aún lejanos e ingresos insignificantes, avalan las satisfacciones que provoca trabajar para sí mismo,
según el citado artículo. “Se sienten vivos, con libertad para trazar
su propio camino, y no sólo financieramente, sino también
personalmente”, abunda. Muchos consiguen así ser ricos, aunque los ingresos no sean los que soñaban.
Es
por ello que la única forma de ser muy rico financieramente y muy rico
personalmente, es decir, “muy, muy rico”, indica el autor, es comenzar su propio negocio, aunque sólo sea a tiempo parcial. No
es necesario dejar el trabajo por cuenta ajena de inmediato. De hecho,
es probable que sea mejor no hacerlo, para limitar los riesgos
inicialmente.
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